En nuestra vida, hay infinidades de momentos: buenos y malos, momentos que quizás nunca lo esperábamos, pero que llegan para marcarnos y dejarnos enseñanzas. También hay historias inesperadas. Es el caso de este deportista, sinónimo de superación y que merece nuestro más profundo reconocimiento.
Roberto Rivas, apodado por sus amigos como “Kaki”, es aquel hombre de 45 años, apasionado por los deportes, hincha fanático de Lanús. Un expiloto de automovilismo muy destacado por su campeonato en el TC PISTA en 1998 y por haber sufrido un hecho inesperado un 9 de noviembre de 1999, a los 24 años, en el mejor momento de su carrera, cuando fue asaltado, luego de haberse desocupado de unos trámites bancarios. Un balazo en el ojo fue el detonante para que su vida de un giro inesperado, en el que día a día daba su batalla por vivir, evolucionando favorablemente, pero de lo que no había vuelta era el poder recuperar su vista.
Comenzaba a vivir así un mundo totalmente impensado: el de la discapacidad, ese mundo que le hizo poner los pies en la tierra y aprovechar cada instante, adaptándose a la realidad que le toca, descubriendo amores como su pasión por el tenis y aferrándose a aquel que ya conocía, como el automovilismo.
En el año 2012 comenzó a usar el bastón, ese fiel compañero que le permitió hacer una vida más independiente, debido a que siempre necesitó de una persona que lo sostuviera.
En el 2015 pudo volver a su primer amor, volviendo así a subirse a un Ford TC, en el Circuito Roberto Mouras de La Plata, junto a su eterno amigo Emanuel Moriatis de co-piloto. Ese día quedó para la historia, un antecedente único en el mundo: fue el primer piloto ciego en conducir un auto de competición.
Actualmente, es uno de los integrantes de la Selección Argentina de Tenis para Ciegos. “El tenis me dio una fuerza grande que me ayudó a desarrollar otros sentidos como el sonido, el tacto. El tenis me da seguridad, no me hace sentir limitado. Empecé a ponerme frente a la TV a escuchar partidos de Del Potro. Así empecé a entender qué se logra cuando se grita al pegarle a la pelota, cómo uno se desahoga”, reconoció en ADN Deportivo.
Rivas fue uno de los representantes argentinos en el Mundial de la disciplina disputado a mediados de junio del año pasado, en España, y finalizó en el quinto puesto. Cabe mencionar que para competir en el mundial, fue elegido por Eduardo Raffetto, Presidente de la Asociación Argentina de Tenis para Ciegos y entrenador de la Selección.
Sin lugar a dudas, la historia de vida de Kaki Rivas, es fiel reflejo de lucha y superación. Un hombre que no se rindió nunca, tomó cada circunstancia como aprendizaje. Hay algo que nunca abandonó y de lo que se aferró en su vida fue la pasión por los deportes, ese cable a tierra que lo mantiene más vivo que nunca.
Nota: Priscila Macarena Toledo (Instituto Superior General San Martín)