A lo largo del tiempo, siempre hubo deportes que necesitaron de la aparición de esos grandes talentos para que renacieran. Ejemplos hay muchos, pero decidí nos enfocaremos en una figura femenina que aportó muchísimo.
Hubo una época en el que el tenis femenino argentino estaba siendo olvidado, pasando desapercibido, hasta que llegó Gabriela Sabatini, aquella mujer que supo demostrar su ingenio desde el primer momento en que piso la cancha de polvo de ladrillos, haciendo historia, convirtiéndose así en un verdadero orgullo, conformando una de las top ten del circuito femenino mundial. Hoy por hoy, tiene 50 años y un legado impecable en lo deportivo que merece ser recordado.
“Gabi”, como la llaman casi todos en Argentina, nació en Buenos Aires, un 16 de mayo del año 1970. Tenía tan sólo seis años de edad cuando les pidió a sus padres que le compraran su primera raqueta y, poco después, comenzó a practicar un deporte que para ella fue su vocación, improvisando partidos de tenis en el frontón del Club Atlético River Plate.
Poco después de que Gabriela comenzara a tomar clases, su entrenador vislumbró el talento innato que poseía la niña, por lo que no dudo en invitarla a ser parte de la escuelita de tenis del club. Los años pasaban y mientras Gabriela continuaba sus estudios, la pasión por el tenis crecía en su interior de manera avasallante.
Al cumplir los 12 años participó de uno de los primeros grandes torneos de su vida, precisamente el llamado “Mundialito Infantil”, que tuvo lugar en Caracas. Allí, la pequeña Sabatini demostró su capacidad, logrando quedarse con el primer lugar de la competencia, y ratificando una vez más el talento que ya había exhibido durante su participación en certámenes infantiles metropolitanos y nacionales.
Dos años más tarde, Gabriela logró consagrarse como Campeona Mundial Juvenil en singles y dobles, cuando participó y ganó el Roland Garros de Francia y otros cinco torneos internacionales de menor importancia. Allí, la joven Sabatini hizo su debut triunfal dentro del ámbito profesional del tenis, además de convertirse en la semifinalista más joven de la historia de Roland Garros.
Fue en octubre de 1985, cuando se adjudicó su primer triunfo total a nivel profesional, con su participación en el Abierto de Japón. Fue para el año 1988 que se comenzaron a suceder los más importantes triunfos de la carrera de la tenista a nivel internacional, y al mismo tiempo logró alcanzar la medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Seúl. Por otra parte, durante esos años comenzó a tomar cada vez mayor preponderancia los partidos disputados por Sabatini frente a una de sus máximas rivales: Steffi Graf. Aquello dio lugar al fanatismo, colocando la pasión del público en favor de alguna de las dos competidoras.
En el año 1990, una nueva competidora había comenzado a opacar a la figura de Gabriela Sabatini. Se trataba de la imbatible Mónica Seles, quien a pesar de su gran performance fue derrotada por la tenista argentina en el año 1992, durante la final del Abierto de Italia.
Sin embrago, a pesar de los logros conseguidos hasta el momento, y luego de aquel gran triunfo frente a una de sus más importantes rivales, la carrera de Gabriela Sabatini ingresó en un declive paulatino y permanente. Fue el 20 de noviembre de 1994 que la tenista logró alcanzar su último título profesional, durante el Masters femenino disputado en el Madison Square Garden de Nueva York. Luego de aquello decidió retirarse del ámbito profesional.
No caben dudas de que Gabriela Sabatini dejó su huella registrada en el tenis, en donde su estilo único, su pasión por la raqueta y esos triunfos en cada competencia hicieran que sea considerada en un emblema, un orgullo para el deporte argentino, que como manera de agasajarla por su aporte al tenis, desde el año 2006, su nombre ingresó al Salón de la Fama del Tenis Internacional.
Nota: Priscila Macarena Toledo (Instituto Superior General San Martín)