Uno de los hechos que mayormente marcó la historia argentina fue la Guerra de Malvinas. Este 2 de abril se cumplen 42 años de aquel enfrentamiento bélico contra el Reino Unido, y todavía existen muchas preguntas sin respuestas. Los testimonios de los veteranos son los indicados para conocer fehacientemente lo que realmente ocurrió, y muchos de ellos encontraron en el deporte la salvación.
Hoy se conmemora a lo largo y ancho de todo el país un nuevo aniversario de la Guerra de Malvinas, con actividades de todo tipo para recordar la sangre, el sudor y las lágrimas de nuestros guerreros que dieron la vida por el país. El 2 de abril de 1982, más de 23.000 soldados argentinos desembarcaron en las islas, hecho que dio inicio a un operativo militar que buscó retomar la soberanía sobre ese territorio y que derivó en el inicio de una batalla contra las fuerzas de ocupación británica que duró 2 meses y 12 días.
632 héroes, muchos de ellos jóvenes, no pudieron regresar a sus hogares; el resto volvió con heridas de todo tipo, además, la vida les presentó diversos obstáculos a posteriori. El estrés post traumático, por ejemplo, fue uno de los flagelos que inundó a los sobrevivientes. Los distintos gobiernos posteriores al conflicto, ni el actual, han diseñado una política pública para contener debidamente este tema, y cada uno se las ingenió como pudo para salir del pozo en el que estaban; lamentablemente, una gran cantidad pereció, pero otros se volcaron al deporte como salvación.
Hay dos casos que resaltan por sobre el resto de los veteranos que ya practicaban deportes y que, a su vuelta, se dedicaron a pleno para evitar la soledad. El primero de ellos es Ruben Carballo, el único sobreviviente de Malvinas que luego representó al país en boxeo en un Juego Olímpico (Los Ángeles 1984). En diálogo con la Confederación Argentina de Deportes, el “Cata” rememora aquellos días de incertidumbre y desesperación: “Recuerdo como si fuera hoy los gritos y las bombas que caían cerca nuestro. Fue muy duro ver morir compañeros; estábamos muy cerca de la muerte. Cuando regresé a casa, ya no era el mismo”.
El atleta, que dicta clases de boxeo en un gimnasio de La Matanza con el fin de sacar a los chicos de la calle, defendió la patria con uñas y dientes con Hector Rebasti, Gustavo de Luca y Omar de Felippe, protagonistas del fútbol, con quienes se reúne en la actualidad. Y justamente, a su vuelta, retomó dicho deporte para dedicarse de lleno y que éste sea la vía escapatoria ante tanta malaria psicológica. “El deporte fue mi mayor psicólogo post Malvinas. Antes de ir a la guerra ya había peleado dos o tres veces, pero luego representé al país en los Juegos Olimpicos, lo cual fue un orgullo. Hoy estoy agradecido de la decisión que tomé, sino, no sé qué hubiese sido de mí; estábamos devastados y hasta se hablaba de que éramos culpables. La contención familiar, también, fue fundamental”, agrega con nostalgia.
El deporte también funcionó como salvavidas para Ever Moriena, runner pre Malvinas y triatleta a su regreso. Desde el sur del país habló con la CAD para contar su historia de superación, resiliencia y ganas de salir adelante: “En toda guerra prima la suerte; hoy estoy vivo gracias a ella. De día y de noche éramos bombardeados. Cuando volví, era otra persona, y hoy soy otra totalmente distinta gracias al deporte, aunque me llevó mucho tiempo acomodarme”. Y añade con contundencia y crudeza: “El deporte me salvó del suicidio”.
Ever corre carreras de la marca Ironman por todo el mundo, las cuales consisten en nadar 4 kilometros en aguas abiertas, 180 kilometros en bicicleta y 42 kilometros de pedestrismo. Pero no solamente los fantasmas del suicidio acecharon su cabeza, sino también el alcoholismo tomó un rol fundamental en su vida luego de regresar a casa tras 2 meses y 12 días de batalla contra el Reino Unido.
Por otra parte, los veteranos de guerra coinciden en dos cosas: la falta de interés de la política hacia ellos y el exceso de reconocimiento por parte de la sociedad. El “Cata” Carballo, con 72 triunfos y solo 2 derrotas en su extensa trayectoria como pugilista, recuerda con amargura que, luego de la guerra, “cuando íbamos a buscar trabajo, no nos aceptaban; nos trataban de ‘locos’. El gobierno no nos tenía en cuenta, nos miraba de reojo”.
Ever, que coincide plenamente con su colega, advierte que la Causa Malvinas “no se difunde correctamente; cada gobierno dice cómo fue, pero los que sabemos cómo sucedió todo somos nosotros. La gente no sabe qué pasó ni cómo se originó la guerra. Fuimos maltratados durante mucho tiempo, escondidos; el reconocimiento de la gente es espectacular todo el tiempo”. Y para concluir, propone: “Estaría bueno que el tema esté presente en las escuelas, pero no desde la perspectiva de un historiador, sino desde la verdad. Hay que aprovechar a los veteranos que todavía podemos contar lo que realmente ocurrió ”.