Con solo 15 años, Ernestina Adam se ha convertido en la campeona femenina más joven de la historia del ajedrez argentino. Su talento y dedicación han roto récords y demostrado que el ajedrez es mucho más que un juego: es una herramienta clave para el desarrollo mental y la disciplina.
El ajedrez ha sido parte de su vida desde la infancia. A los cuatro años, comenzó a aprender con el profesor Rubén Arrué en una sociedad de fomento cercana a su casa en Carapachay, Buenos Aires. Sin embargo, fue en la escuela Ajedrez Martelli donde encontró su verdadera pasión y comenzó a competir con otros jóvenes.
Para Ernestina, el ajedrez es mucho más que un deporte: “Es lo mejor que le puede pasar a un chico joven. Te enseña disciplina, paciencia y fomenta la creatividad. Es fundamental que se enseñe en las escuelas, como ocurre en otros países del mundo“. En su opinión, Argentina debería adoptar un modelo similar al de Rusia, India o China, donde el ajedrez forma parte del currículo escolar y los niños comienzan a competir profesionalmente desde temprana edad.
A pesar de sus logros, enfrenta el desafío de equilibrar su carrera en el ajedrez con otros aspectos de su vida. Aunque su sueño es poder vivir de este deporte, sabe que no es un camino fácil. “Es difícil vivir del ajedrez porque los ingresos no siempre son altos, pero prefiero dedicarme a lo que me apasiona”, comentó, refiriéndose a su deseo de convertirse en entrenadora y docente. Mientras tanto, sigue participando en torneos internacionales, como el reciente Mundial de la Juventud.
Inspirada por grandes figuras como Magnus Carlsen y su propia mentora, Candela Francisco, Ernestina ha desarrollado un estilo de juego dinámico y agresivo. Prefiere aperturas como “La Italiana” y defensas como la “Siciliana Clásica”, lo que refleja su mentalidad competitiva y su deseo de innovar y seguir aprendiendo en cada partida.